Noticia publicada el 04.04.09 en la
edición digital del diario Ideal.es
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Acumulan ya un descenso del 14% desde 2007, un fenómeno que nunca se había visto en España.
Los divorcios siguen cayendo en España. En 2008, la rebaja fue del 6,9%, lo que sumado a un descenso del 7,3% el año anterior supone un recorte del 14% en dos ejercicios, según datos del Consejo General del Poder Judicial. Un descenso que no tiene precedente en la historia contemporánea, porque desde la aprobación de la ley del divorcio por iniciativa del último Gobierno de UCD -el presidido por Leopoldo Calvo Sotelo-, la tendencia había sido siempre creciente, salvo un recorte mínimo en 1996.
En 2006, saltaron las alarmas. Ese año se produjeron más de 141.000 rupturas matrimoniales. Sólo dos antes habían sido apenas una tercera parte, pero los juzgados de familia se llenaron de expedientes en 2005 a consecuencia de la aprobación de una reforma que se conoció popularmente como 'el divorcio exprés' porque acortaba los plazos y reducía las exigencias legales. Sin embargo, contra algunas previsiones, pasado el efecto inicial de la modificación legal, el número de separaciones siguió en aumento.
Las cosas cambiaron drásticamente en 2007. Para los expertos, los primeros efectos de la crisis, con la subida de los tipos de interés aplicable a las hipotecas y el crecimiento del paro más tarde, fueron decisivos a la hora de explicar la reducción del número de divorcios. Muchas parejas no se divorciaban por la simple razón de que hacerlo significaba una condena a la pobreza o a pasar unos apuros económicos graves.
La caída del número de divorcios se produjo el año pasado en todas las comunidades autónomas, salvo en Navarra, donde se dio un crecimiento inapreciable tras un fuerte desplome en el año anterior. El caso de La Rioja es simétrico: fue la única autonomía donde crecieron las rupturas en 2007, pero el ejercicio pasado tuvo la rebaja mayor de España, con casi un 17%.
Augurios incumplidos
Sumados los dos ejercicios, los descensos mayores del número de divorcios se producen en Baleares (el 25%), Asturias, Cataluña y Canarias, por este orden. Las autonomías donde, en cambio, la estabilidad matrimonial parece menor son Cantabria (2,8% de rebaja entre los dos años), Castilla-La Mancha y País Vasco. En general, las caídas han sido superiores en 2008 donde habían resultado inferiores el año anterior. Hay un dato que avala que la crisis está detrás de la mayor parte de las decisiones de mantener el matrimonio aunque la relación entre los cónyuges sea mala: las autonomías que han empezado a notar la crisis más tarde están entre en las que mantienen elevados índices de rupturas de pareja.
La reducción del número de divorcios coincide en el tiempo con la rebaja del número de matrimonios. Pero ésta también se ha ralentizado. Desde mediados de la década, cada año se casan unas 2.000 parejas menos que el anterior. El último dato disponible es de 2007: ese ejercicio, contrajeron matrimonio poco más de 200.000 parejas.
La caída de los divorcios aleja al menos temporalmente las previsiones más pesimistas sobre la evolución de la familia en España. En 2006, cuando se alcanzó el récord de rupturas, algunos especialistas vaticinaron que para 2010 por cada matrimonio habría un divorcio. Vistos los últimos datos, es evidente que ese augurio no se cumplirá.
No obstante, el cambio de ciclo económico, cuando llegue, podría tener como efecto secundario un repunte de las rupturas. Sociólogos y abogados expertos en separaciones sostienen que es muy difícil que un matrimonio se arregle por el simple hecho de que los cónyuges se vean obligados a seguir viviendo bajo el mismo techo. En la mayor parte de los casos, la decisión de la pareja es retrasar el divorcio hasta que les sea económicamente viable. Por eso, cuando lleguen otra vez los buenos tiempos en cuanto a ingresos y empleo lo previsible es que aumenten de nuevo las rupturas. Pero parece mucho más lejos el momento en que sean más que los matrimonios, suponiendo que eso suceda algún día.